Buscar un momento en la agenda para la intimidad. Los hijos, las largas jornadas laborales y las obligaciones de todo tipo ocupan nuestro día. Encontrar un espacio para dedicarle a la pareja, así sea a la hora del almuerzo o por la tarde, es fundamental.
Exprésale a tu pareja tus fantasías sexuales. Contarle al otro aquello que alguna vez imaginamos hacer puede ser un fuerte estimulante del deseo. Eso sí: para llevarlo a la práctica, ambos deben estar plenamente de acuerdo. Caricias y masajes por todo el cuerpo son excelentes.
No dejes que la rutina atente contra el buen sexo. Se debe romper con los tabúes y pudores; experimentar e innovar hasta donde ambos se sientan a gusto.
Animarse a los juguetes sexuales. Hoy, existen en el mercado todo tipo de elementos que agregan "chispa" a la relación: aceites y aparatos de masajes corporales, consoladores, cremas lubricantes, películas eróticas, preservativos con sabores, disfraces… ¡Y todo vale!. Quererse a uno mismo.
El deseo sexual nunca va a verse estimulado si tu autoestima está en descenso. A nivel biológico, se tiene que tener en cuenta que el estrés y el exceso de tabaco o alcohol atentan contra la libido.